AREE, Cota 900msnm y
cambios en los objetivos de preservación ambiental para Bariloche
Desde
los primeros códigos o normativas en la localidad se venía manteniendo un
criterio de preservación en el ambiente y el paisaje. Primero no existió en
Parques Nacionales una mayor aprecio por las especies nativas respecto a las
exóticas, por ello se trajeron e instalaron en algunas parcelas coníferas como
la Cecuoya (sequoia ) traída de EEUU. Luego se cambió la mirada para dar mayor
importancia a las especies nativas, seguramente ayudo a seguir afianzando esto
la instalación la carrera de biología de la Universidad del Comahue, y por la
trasmisión de esta postura de parte de muchos guías turísticos, a visitantes
que en muchos casos terminaron siendo luego residentes permanentes en esta
ciudad.
¿Qué
paso con esa postura luego del crecimiento que se generó en el ejido municipal
de Bariloche? Bueno, si bien una parte importante al oeste ya se había
extendido parcialmente en forma muy temprana a mediados de siglo XX, las normas
seguían siendo las planteadas por parques inicialmente, donde se proponía tener
mucho más terreno sin edificar y conformando edificaciones aisladas. De allí se
van planteando, primero las normas que plantean una cierta separación entre una
zona antropizable o a impactar por construcciones y otros elementos dañinos al
ambiente, como cloacas estacionamiento, en relación a la línea municipal del frente
y en los laterales hasta las medianeras. En relación a los loteos, se fueron
permitiendo a las parcelas agrícolas originales -de unas 625hs- generar una
porción para ser loteada, y el resto se
convertiría en AREE o Área de Regeneración Ecológica Externa, entre otras
reglamentaciones y restricciones. La provincia también intervino en regular las
zonas a urbanizar, pensando en ciertos riesgos posibles como es el caso de la
famosa Cota 900msnm, esta última –aunque muchos no lo saben- se relaciona solo
con espacios con fuerte pendiente y bosque “protector”; donde dicho tipo de
bosque funciona como forma de retener el suelo, e incluye especies exóticas o
nativas, arbustos o árboles, porque todos son útiles a tal efecto.
Con el
tiempo se van reduciendo estas exigencias, en menores tamaños de predios, de
distancias, de superficies que se dejaban a favor de un espacio más natural que
artificial, lo que es lo mismo que hablar de más paisaje natural que
artificial. Pero, el resultado también se va percibiendo por los turistas, y
los que regresan luego de muchas décadas ven un exagerado crecimiento urbano.
Se podría buscar cuantas ciudades del tamaño y cantidad de habitantes de
Bariloche están rodeadas por un parque nacional, y no se encontrarían muchas,
tal vez sea la única con sus características. Más si se considera que el nivel
de preservación histórico de los bosques nativos en Suramérica, como en la Patagonia,
no se pueden encontrar en Europa por ejemplo, porque los han afectado durante
miles de años, pero en estas regiones del sur fue muchísimo menor su deterioro,
en particular aquel que rodea y existe dentro de Bariloche.
¿Por
qué razón entonces no seguir cuidando el mayor atractivo para la actividad
económica más importante de la ciudad, el turismo? Muchos AREE se les ha
permitido realizar edificaciones, con el pretexto de ser para infraestructura
urbana, turística o de esparcimiento, pero terminan siendo siempre objetivos
económicos privados y no comunitarios los que prevalecen. Lamentablemente este
cambio en los objetivos de preservación parecen profundizarse, más aún cuando
estos AREE se ubican sobre la cota 900msnm, y se reemplaza el objetivo supuesto
de la “regeneración ecológica” por inversiones, desarrollos o cualquier otra
cosa que se supone destinada a beneficios económicos y no socio-ambientales.
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